La mujer salvaje de Colombia

Mitos y cavernas, columna de Carlos Evia Cervantes: La mujer salvaje de Colombia

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El estudio sistemático de la mitología me ha permitido entender el significado o los mensajes de algunos relatos pertenecientes a la tradición oral. Algunos mitos hacen énfasis en el respeto a los padres o a los ancestros más lejanos. Otros sugieren el respeto a las normas sociales o inducen a la conducta humana que permitan la vida en comunidad.

Con base a los estudios que he realizado he podido observar que algunos mitos se enfocan en la preservación de la naturaleza, vegetal o animal. Por ejemplo, el hombre salvaje de Puebla, llamado Cuatlacas, o el caso de los mitos de venados sobrenaturales de Yucatán, cuyas versiones indican claramente el cuidado que se debe tener para el aprovechamiento racional de la especie.

En el diplomado de Mitología Maya que impartí el año pasado, la investigadora Martha Marrufo López, una de las alumnas más destacadas, presentó un mito muy interesante denominado La mujer salvaje en Colombia, aunque también se le conoce con los nombres de Madre selva o Madre monte.

El personaje central en una enigmática mujer que vive en la selva amazónica colombiana y su función es la protección de la naturaleza. En su presentación, Martha nos dijo que Madre selva castiga a los que contaminan ríos, talan árboles o maltratan animales.

Para consolidar su planteamiento presentó el testimonio del campesino colombiano Antonio Dávila. Madre selva, según Dávila, se le manifiesta a sus víctimas generalmente en forma de una mujer hermosa que cautiva e invita al hombre a que se adentre en la selva y ahí lo desaparece.

Algunos lugareños de la región dicen que, literalmente, hace que la tierra se los trague sin dejar rastro alguno.

Recalca que este ser sobrenatural, castiga a todos los que dañen la naturaleza, especialmente a los cazadores y leñadores codiciosos. De igual manera, aturde a todo aquel que ande en malos pasos, planeando fechorías o perdiéndolos en la profundidad del bosque.

Los campesinos y leñadores que la han visto dicen que es una señora corpulenta vestida de hojas frescas y musgo verde, mitad mujer y mitad monte, con un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes, que no permite que vean su rostro.

Dicen que para librarse de las acometidas de la Madre monte es conveniente ir fumando un tabaco o con un bejuco de adorote amarrado a la cintura. También es bueno llevar semillas de cavalonnga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán. Sirve para lo mismo el portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración de San Isidro Labrador, santo de los montes.

Este mito es también conocido en otros países de Sudamérica como Brasil, Argentina y Paraguay con nombres como: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros. En la península yucateca hay varias versiones de mujeres salvajes.

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