El hombre que fue convertido en alux (I)

Mitos y cavernas, columna de Carlos Evia Cervantes: El hombre que fue convertido en alux (I)

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El relato que a continuación presento fue publicado por Gaspar Antonio Xiú Cachón en su libro “Los aluxes, duendes del Mayab”. El suceso de referencia tuvo su origen en un camino que se construía en el año de 1950, de Hopelchén hacia Iturbide, poblaciones del estado de Campeche, lugar donde laboraban los protagonistas de esta historia: Manuel, Florentino, Pedro y el ingeniero Salvatierra.

Sucedió que en dicha labor encontraron un montículo maya del periodo prehispánico, el cual de inmediato comenzaron a limpiar, pues estaba totalmente cubierto de maleza. La estructura pétrea estaba muy bien conservada, pese sus siglos de existencia y a que se encontraba en plena selva.

Junto al montículo prehispánico encontraron también un chultún o cavidad que les servía a los mayas como depósito de agua. Al retirarle la tapa se asomó una enorme serpiente que los asustó.

Ellos pensaron que quizá era la guardiana del agua, mito predominante en toda el área maya. El ingeniero ordenó que prendieran varios leños y los tiraran al chultún para que salieran las alimañas y avispas que allá había. Los hombres volvieron al campamento con el pacto de no contar a nadie lo que habían descubierto.

Al día siguiente, después de sus labores en la carretera, los mismos protagonistas fueron al chultún. Salvatierra le dijo a Pedro que se amarrara una cuerda en la cintura y bajara a la cavidad, pero el hombre, temeroso por sus creencias ancestrales, se negó a hacerlo. El ingeniero le dijo a Florentino y éste de inmediato realizó el descenso. Maravillado por lo que vio, pidió una bolsa y en ella metió un bello plato, silbatos, figuras de perritos y cuatro muñequitos. Todos los objetos eran de barro.

Florentino se llevó su valioso cargamento a su casa con el acuerdo que el domingo siguiente se repartiría el botín. Cuando llegó a su hogar le contó a doña Francisca, su madre, lo que habían encontrado. Ella se asustó y dijo que no estuvo bien haber sacado aquellas cosas de allí, especialmente los muñequitos. Florentino le dijo que no temiera pues el ingeniero Salvatierra había encontrado otros en distintos lugares y había obtenido dinero por ellos.

Llegado el domingo se reunieron los cuatro en casa de Florentino y desenvolvieron los objetos prehispánicos. Lo que les extrañó es que los muñequitos ahora estaban abrazados. Salvatierra le dio dinero a cada uno de ellos y se quedó con todas las piezas. Cada quien se fue por su lado sin saber que en poco tiempo sufrirían las consecuencias. Al terminarse la carretera Salvatierra se fue a Coatzacoalcos, Veracruz, donde murió trágicamente. A Manuel se le encontró ahorcado en un solar abandonado. Pedro murió atropellado cuando vagaba enloquecido por esa misma carretera. Sólo quedaba vivo Florentino, a quien le esperaba un espantoso destino. (Continuará). 

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