Respeto y cariño a las madres mexicanas y a los maestros
Reflexiones, columna de Hortensia Rivera Baños: Respeto y cariño a las madres mexicanas y a los maestros.
El mes de mayo es florido porque se celebra a las madres y los maestros, personajes que tienen la importante labor de enseñar los auténticos valores, para conducirnos por los caminos rectos y lograr la plena armonía familiar. Seguramente que con dichos festejos a los comerciantes les espera una buena época y podrán recuperar las pérdidas en su economía. Pero tristemente habrá otros que desmedidamente subirán los precios.
Por otro lado, la madre es símbolo de abnegación, la han inmortalizado los poetas, pintores, escultores, etcétera. La maternidad se perpetúa cada instante cuando realiza el prodigio y la mujer ofrenda su existencia para que viva el nuevo ser. Hay que venerarla en todo momento porque será ella quien proteja a la creación de la crueldad del ser humano que se vive en el mundo.
Expresamos que el maestro tiene una profesión muy difícil, no solo es la responsabilidad, sino que debe estar preparado culturalmente en mayor grado que sus semejantes, tiene que estar actualizado en la ciencia, la sociología, la literatura, el arte, etcétera.
Su misión es superior no meramente circunstancial, ellos son los que están esculpiendo la figura del futuro, por qué emplean elementos que servirán positivamente a la sociedad.
A veces se piensa, que la educación impartida ha sido ineficaz, que no ha cumplido con su labor porque el hombre, a pesar de las enseñanzas, sigue siendo el “lobo del hombre”, tan es así, que no han sido capaces de detener las guerras, ni mejorar espiritualmente el comportamiento, ni de frenar la crueldad del ser humano y menos establecer las bases de la dignidad.
El Día de las Madres se festeja en México cada 10 de mayo desde 1922, por instrucciones del secretario de educación pública, José Vasconcelos y del periodista Rafael Alducín, fundador del diario Excélsior.
El día de los maestros y maestras es celebrado el 15 de mayo en el país, el presidente Venustiano Carranza lo decretó de manera oficial en 1917.