Janal Pixan, más que una celebración en Yucatán
Reflexiones, columna de Hortensia Rivera Baños: Janal Pixan, más que una celebración en Yucatán
Es verdad, la muerte forma parte de la vida, y es la única certeza que tenemos cuando vislumbramos el primer soplo de existencia. No podemos decir que la muerte no nos provoca dolor y sufrimiento, sabemos que se siente la ausencia de nuestros seres queridos, cuando los lloramos, los extrañamos, y el olvido se vuelve eterno en los corazones que se quedaron a seguir con el trajín de vida. Tal vez por eso es que los mexicanos hacemos de estos días del año una celebración única. Quizá por eso es que, del 31 de octubre al 2 de noviembre, las calles, poco a poco se comiencen a vestir de colores y aromas que nos transportan a reencontrarnos con nuestras tradiciones y el ambiente se vuelve festivo y melancólico.
El Día de Muertos en México es una celebración declarada por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad. Son tres días en los que la muerte es la anfitriona de los altares, y se vuelve arte cuando vemos pasar a la gente disfrazada de ese personaje que Guadalupe Posada, el caricaturista mexicano, creó en el año 1912 para burlase de las clases sociales: La Catrina. Jamás imaginó que ese personaje, iba a
ser el icono a nivel mundial de las festividades del Día de Muertos. Se vuelve tan común pintarse la cara de colores vibrantes, para enfrentar de alguna manera el temor a la muerte, pues los colores simbolizan la vida y es como los mexicanos tratamos de darle un sentido positivo a la muerte.
En Yucatán, al Día de Muertos se le conoce como Janal Pixan o comida de las ánimas. El 31 de octubre se dedica a los niños que murieron sin ser bautizados; el 1 de noviembre es el Día de Todos los Santos, honra a los difuntos que lograron salir del purgatorio y que ahora disfrutan de la presencia de Dios; y el 2 de noviembre, el Día de los Adultos Difuntos.
Esta tradición, que los mayas nos heredaron y fue adecuada a las creencias religiosas de los conquistadores, se ha sabido conservar y son varios los ritos que se llevan a cabo, el principal es el altar que se pone en una mesa, para que nuestros difuntos vengan a estar con nosotros: Las flores de cempasúchil nos muestran el sendero, ese camino que deben recorrer las almas hasta el altar designado y que junto con el incienso sirven de guía y luz. El mantel blanco para los adultos y el de colores para las almas de los niños difuntos. La cruz verde que representa al árbol sagrado de los mayas: La ceiba, que nos recuerda el vínculo del hombre con el cosmos, con la vida, con la naturaleza.
En la mesa decorada con velas y fotos de los difuntos se ponen también los platillos y bebidas favoritas que degustaban en vida el difunto, de igual manera se colocan juguetes para las almas de los niños, las velas no pueden faltar, y como estrella del altar, el tradicional el mukbil pollo o pib que solo en esta época del año los yucatecos preparan con singular alegría.
Honremos a nuestros difuntos y sigamos cultivando esta tradición única a nivel mundial.
