Estertores agónicos del evidente moribundo
Debate y salud, columna de Jacinto Herrera León: Estertores agónicos del evidente moribundo
Cuántas veces hemos escuchado le quedó chica la silla, está siendo rebasado, o en nuestra tierra, “está corto tu fustán”. Pues esto, amable lector, hace referencia cuando el lugar que ocupas o puesto que desempeñas te rebasa, ya sea por capacidad o por actitud. Por cierto, muy ad hoc a gran cantidad de gente cuya visceralidad obnubila y atropella su otrora inteligencia y raciocinio, que van más allá de la edad. Lo más
triste del caso, es que aspiran alcanzar el máximo peldaño, pero su pusilanimidad los relega a sólo el ser un segundo de la cadena alimenticia. De sus maltrechas decisiones se hablará, allende los tiempos.
Hago referencia a lo anterior porque recientemente me platicaba un compañero de área laboral médica adjunta, que con justa razón se quejaba sobre la forma de actuar de superior, que dicho sea de paso su notorio desgaste y falta de conocimiento del todo, es evidente cuando de tomar decisiones se trata. Cambios incongruentes, decisiones irracionales, ocultamiento de información, reprobable maquillaje, matizan y empañan pasada ejemplar lucidez y don de gentes. ¡Qué pena, sí conozco del caso, le dije con tono claro! Deben ser las malas noches acumuladas, que sumadas, condicionan los desatinos. Lo que no es justificable es su falta de probidad y oscuro falaz actuar, destaqué. Sin duda, la visceralidad domina a la razón del ser pensante, alcanzando la megalomanía, cual jurado corrupto, como muchos cuyos actos nos lo han demostrado.
El escenario presentado de supuesto funcionario de alto rango, sirve de ejemplo, cual saga de artículo publicado recientemente en Novedades Yucatán la semana pasada, separando el frijol que nunca falta, dentro del arroz; analogía del actuar administrativo utilizado.
Por cierto, lo dictado me lleva a otra reflexión sobre eventos repetidos y conocidos dentro de la administración en general, y me refiero al “miedo a dejar la silla”, o sea, el negarse aceptar la anquilosis cerebral, y cual gato boca arriba se niegan a ceder el poder, toda vez que es la única manera de brillar, no siendo factible hacerlo por méritos y conocimiento. El daño que causan es mayúsculo con cada acción tomada.
En fin, seguiremos viendo que el faro que guía muchos destinos de despulidos centros asistenciales, a pesar del óxido y opaca intensidad de su luz, escucharán voces de rastreros, que la ética y profesionalismo son tan sólo letras en el diccionario, que en la cuna les fueron les fueron negados.
Creo que es momento de corregir grotesco error cometido, que, sin duda alguna, no quedará impune y sin consecuencias, cuando nuestras velas estén allende al coloso.
Si no renuevan la estafeta, para que la creatividad de la nueva generación asistida por los “generales de mil batallas” reactive la atención, sin la normatitis y puñaladas lesivas del decadente mercenario que agobia al doliente y personal operativo, las arenas movedizas, terminaran “tragando” la poca honra que ligeramente queda.
Generales de “espada virgen”,-como diría un buen colega al cual estimo-, desconocen cuánto hay que dejar y entregar para construir y trascender por los demás. Hoy, debemos de empezar a lidiar esas mil batallas, sin temor a dejar la vida en el campo de acción por quienes depositan su fe y confianza en nosotros. Pacientemente, algunos oscuros deslices podrán ser comentados sin tapujos, a través de los “mass-media” que usan el cadalso sin piedad.
