Los pedantes y “La silla del águila de (krause...)”

Bufete jurídico, columna de José Luis Ripoll Gómez: Los pedantes y “La silla del águila de (krause...)”

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“La pedantería es entonces ni más ni menos que
un disfraz, una máscara de la que se reviste el sujeto
para ocultar algo de su ego, y ese algo es su déficit
intelectual”. Samuel Ramos

El origen de los pedantes se remonta a los profesores a domicilio. Como había competencia entre los aspirantes a docentes, pues muchos alardeaban y presumían sus conocimientos para ser contratados. Se hicieron pedantes. Con el tiempo esta actitud paso a otros campos.

Los hay en círculos académicos, de intelectuales, de escritores, de periodistas, en la política, en muchos escenarios. En general, se demuestra en el lenguaje hablado o escrito. No en actitudes corporales. Esto se llama presunción o vanidad. Aunque en ocasiones también utiliza corporalmente actitudes de divo. El
pedante se da a desear. Su arrogancia está presente cada vez que expresa palabra hablada o escrita. Quiere hacer saber a todos, de su capacidad, de su conocimiento, de su sabiduría. Es presumido.

Se siente superior.

El pedante se muestra preparado, aunque en ocasiones la ausencia de esta es la propia causa de su pedantería. Es pedante por ignorante. Su altanería la utiliza para que nadie lo increpe, lo contradiga, lo desarme. Se siente diferente a los demás; En reuniones de amigos suele proponer temas inéditos, su idea es dejar boquiabiertos a los demás. Avasallarlos con
su simulada erudición. Es verdad que hay pedantes con conocimiento. Pero lo exponen en lugares inadecuados con gente que no pueden contradecirlos. Cae mal, no porque sepa o no, sino por inoportuno, por presumido, por pesado.

En la actividad política también hay mucha pedantería. En esta área son los que creen conocer todas las causas y efectos de los fenómenos políticos. Se sienten capaces de mostrarse o hacerse invisibles. Presencia o ausencia según conveniencia. Calculan los escenarios, aunque luego las cuentas no le salgan.

El político pedante presume amistades, contactos de alto nivel. Sus amigos son los que manejan los grandes escenarios políticos. Detesta a “los de abajo”, aunque los necesita, sobre todo en campañas, dan votos. El pedante en la política presume de encuentros selectos, por sobre todas las cosas odia a las bases. Juega a ser empático con ellos. Se siente superior a
los demás, trata de demostrarlo en cualquier situación, es una necesidad emocional.

Samuel Ramos relata brillantemente el mecanismo del pedante en“El Perfil del Hombre y la Cultura en México”: “Pero, ¿cuál puede ser el mecanismo psicológico de la pedantería? He dicho antes que el pedante es un inadaptado y su inadaptación consiste en un deseo de superioridad intelectual que no corresponde con la realidad de su talento o de su
saber”. El pedante quiere demostrar algo que no es, a pesar que tenga cierto nivel.

El pedante desea el reconocimiento de todos, pero en ocasiones logra el odio y la animadversión de todos. No logra encajar en círculos por su posición de intelectual, de superior. Imagina escenarios ficticios de gente que le rinde pleitesía y admiración.

Quien no recuerda la actitud pedante del ex presidente Enrique Peña Nieto en la FIL de Guadalajara, haciéndose pasar por intelectual conocedor de libros: “La silla del águila de (krause...)”.

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