Justo medio

Porque en la práctica real, tanto el exceso como la carencia generan lo mismo, un gran desequilibrio.

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Tengo prácticamente 55 años en el negocio del espectáculo. Primero como modelo infantil en comerciales de televisión, de los ocho meses y hasta los seis años aproximadamente. Actor infantil de Fotonovelas y Telenovelas, de los seis y hasta los nueve años. Todo lo demás ha sido música.

Inicié a tocar a los seis años y no he parado desde entonces de estudiar y aprender. Con mi tío Memo (mi mentor absoluto), el maestro Juan José Calatayud (q.e.p.d), José Luís “Pollo” de la Rosa; todos ellos de manera particular y posteriormente el ingreso a la Escuela Nacional de Música, ahora Facultad de Música de la UNAM y luego en el extranjero la desaparecida escuela de Artes de Nueva York y años más tarde el conservatorio Rimsky Korsakov, de San Petersburgo en Rusia.

El tocar se ve muy sencillo, hasta que uno lo empieza a practicar y te das cuenta que se necesita mucho trabajo para alcanzar una meta por insignificante que nos parezca. No solo son las horas de práctica, el instrumento, los maestros, uno mismo. Me refiero a todo.

Porque en la práctica real, tanto el exceso como la carencia generan lo mismo, un gran desequilibrio. Demasiado estudio paraliza la acción, y demasiada acción sin reflexión lleva al desastre.

En los deportes, entrenar sin descanso es igual a lesión. No entrenar nunca es de mediocres. Si eres perfeccionista, te vuelves rígido; y si no cuidas los detalles haces un desorden. Todo se tiene que cuidar, pero en la medida exacta. Ni más, ni menos.

Todo aprendizaje deberá estar en la búsqueda del punto justo. Ese punto no es un lugar cómodo, sino dinámico y solo se accede prestando atención con mucha precisión, para cuándo algo sobra o a falta.

No hay encanto en el exceso, ni sumisión en la falta; ya que ambas son ignorancia. ¿Cuándo terminamos de pintar un cuadro? Difícil pregunta. Si me paso lo echo a perder. Si me falta, se notará. Es saber cuándo algo es suficiente.

El exceso es lo mismo que la insuficiencia, no es una frase bonita para anotar en un cuaderno. A veces, lo que te impide avanzar no es que te falte algo… sino que estás excediéndote. Así que, a practicar, practicar, practicar, hasta que salga, sin pasarse y disfrutando cada momento del viaje. La disciplina que proporcionan las artes, no tiene igual con ninguna otra cosa. Hasta la próxima semana.

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