La generación que apagaría la tele… terminó prendiendo el celular
Si de algo se precia la comunidad de redes sociales es de su capacidad para sacar de quicio a la sociedad fuera de línea al recordar...
Si de algo se precia la comunidad de redes sociales es de su capacidad para sacar de quicio a la sociedad fuera de línea al recordar los errores del pasado, especialmente los relativos a la manipulación de las masas a través de los hoy llamados “medios tradicionales”.
Esta actitud se nota con mayor amplitud en temas relacionados con el espectáculo o pink news, y con mayor saña cuando hablan de las televisoras y sus programas diseñados para controlar el pensamiento colectivo, o por lo menos, silenciar los temas incómodos al poder. Vamos, el conocido “Televisa te idiotiza”.
Sin embargo, resulta imposible no darse cuenta de que esto es una simple falacia retórica de las redes sociales, porque no hay semana en la que los usuarios no caigan bajo el “encanto” del chisme y el morbo que generan programas “de televisión”, aunque sean en streaming.
Resulta por demás curioso que la generación que se vende aún como “la que acabará con Televisa y TV Azteca” haga tendencia cada reality o programa de ese estilo que transmitan las televisoras: desde MasterChef hasta la bioserie de Chespirito o la que se nos viene este fin de semana: La Casa de los Famosos.
El asunto a pensar no es tanto la contradicción o el purismo entre la generación digital y la televisión (aunque sea en streaming), sino el fenómeno tan peculiar de mimetización, adaptación o asimilación entre los propios medios, hecho que los usuarios de redes sociales se niegan a aceptar, aunque lo usen a diario.
Ninguno de los citados programas sería tan popular de no ser por las redes sociales. Las televisoras (con más fallas que aciertos) basan su éxito en explotar el primitivo gusto por el morbo de los espectadores, mismo que está presente en todos, no importa cuán digitales se presuman. ¿Cómo se logra?
Muy sencillo: nos guste o no, las redes sociales le hacen el trabajo sucio a los reality shows porque ahora no hay impedimento para expresar nuestras opiniones sobre cualquier tema, a cualquier hora… y hacer de ello una comunidad fácilmente manipulable —en términos de mercadeo, por supuesto.
Ahora, si esto es un hecho fácilmente comprobable, ¿qué impide a las redes parar en seco y acabar “con Televisa”? La necesidad de opinar sin asumir las consecuencias; el poder soltar ideas “al aire” sin la necesidad de comprobarlas o argumentarlas, vamos: el placer del chisme digital, donde todo se resuelve bloqueando al usuario incómodo o borrando el mensaje polémico… mientras no se haga viral, porque ahí sí no hay poder humano que lo baje.
Y esa es la generación que decía tener el poder de tumbar a la televisión: la que hoy vive más pendiente de la pantalla, aunque sea del celular.