Redes sociales: donde pensar distinto, cuesta caro

Un curioso fenómeno ocurre en las redes sociales. A pesar de la obvia apertura de ideas que implica formar parte de estos canales...

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Un curioso fenómeno ocurre en las redes sociales. A pesar de la obvia apertura de ideas que implica formar parte de estos canales de comunicación digital, la ignorancia y la cerrazón están creciendo, gracias al miedo.

La idea puede resultar chocante, tomando en cuenta la ingente cantidad de ejemplos sobre libertad e intercambio de ideas que vemos en internet, pero también es cierto que cada uno de ellos trae su contraparte, que provoca, en el mejor de los casos, una tendencia a ser más cautos para evitar ser víctima de la temida “funa”.

Una funa —en caso de que no se tenga claro el concepto— es un castigo: la exhibición con escarnio de un usuario de redes sociales que raya más allá de la acusación, porque en la funa no hay argumentos, sino un linchamiento mediático del que no hay salida más que esperar a que otro usuario sea el centro de atención.

Cierto es que las conductas reprobables deben ser señaladas, pero a diferencia de una acusación en forma, en la funa no sólo se enfoca en el acto, sino que ahonda en los gustos y actividades de la persona para “explicar” su falta, y, como es de esperar, sin la menor objetividad, al grado que todo cuanto haya publicado será usado en su contra… para buscar más argumentos con que hundirla.

Este escenario es, podemos decir, a lo único que realmente se teme en redes sociales. Un miedo que, a la larga, provoca cerrazón de mente en los usuarios y, con ello, la pérdida de la diversidad de ideas en la web.

Temas tan complejos como el conflicto de Israel en Gaza, la guerra entre Rusia y Ucrania, o en México, la evidente discordia política entre chairos y fifís, se tratan en redes sociales con menos inteligencia y mucha más pasión, haciendo que los usuarios teman expresar opiniones sensatas, ante el temor de que los tachen de tibios o, incluso, ignorantes por no tomar partido.

Todo este escenario crea la premisa que contamos al principio de la columna: el miedo a expresar nuestras ideas, el temor a ser audaces o, incluso, de publicar o compartir aspectos de nuestra vida y amistades, a sabiendas de que puede usarse en contra nuestra a manos de usuarios maliciosos o los nada benditos trolls de la web.

La funa no es sólo un fenómeno temporal, porque obliga a los usuarios a reprimir sus ideas, conceptos y capacidad de interactuar en redes sociales, elementos clave para el intercambio y generación de información, clave del éxito de estos medios digitales.

Por el miedo al escarnio, la red poco a poco está perdiendo su valor como fuente de datos y promoción de ideas, convirtiéndose en una plataforma donde sólo se comparten memes o, en el mejor de los casos, ideas diluidas o acordes con el “mainstream” del momento.

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