Semana Santa con matices
La Semana Santa 2025 representó, como en años anteriores, uno de los periodos más esperados para Quintana Roo. Los hoteles reportaron ocupaciones...
La Semana Santa 2025 representó, como en años anteriores, uno de los periodos más esperados para Quintana Roo. Los hoteles reportaron ocupaciones superiores al 90%, las playas lucieron llenas, los aeropuertos registraron vuelos constantes, y la derrama económica se hizo sentir en cada rincón del estado.
El turismo volvió a demostrar ser la principal fuente de ingresos, pero si miramos más allá de las cifras, encontramos una realidad preocupante que amenaza con hacer insostenible este modelo de crecimiento.
El sur de Quintana Roo, que siempre fue visto como el remanso de paz frente a los problemas de saturación y violencia de la zona norte, ahora enfrenta retos graves. Municipios como Bacalar y Othón P. Blanco, tradicionalmente considerados seguros y hospitalarios, han comenzado a sufrir una alarmante ola de violencia. Robos, extorsiones, enfrentamientos y delitos de alto impacto han dejado claro que la tranquilidad que solía caracterizar a esta región está desapareciendo rápidamente.
Esta creciente inseguridad no solo afecta a los habitantes locales, quienes ven con tristeza cómo su calidad de vida se deteriora, sino que también amenaza directamente al sector turístico. Bacalar, con su mundialmente famosa Laguna de los Siete Colores, había logrado posicionarse como un destino de alto valor ecológico y cultural. Sin embargo, los recientes incidentes de violencia, corrupción y la indiferencia de su alcalde ex priista, José Alfredo “Chepe” Contreras, han generado desconfianza entre los visitantes, y no falta mucho para que la imagen de paraíso seguro se vea seriamente comprometida.
A este grave problema se suma el persistente rezago en infraestructura y servicios. Durante esta Semana Santa, una vez más, las fallas en la recolección de basura, el tráfico caótico, el transporte público insuficiente y la falta de una planeación urbana efectiva se hicieron evidentes. Chetumal, capital del estado, cuya infraestructura no se da abasto para recibir a los visitantes que la eligen como punto de paso hacia Bacalar o Mahahual, y mucho menos para garantizarles una experiencia digna.
La inseguridad en el sur no puede ser tratada como un asunto aislado. La alcaldesa capitalina, Yensunni Martínez Hernández ha sido puesta a un lado porque simplemente no hace su trabajo que es gobernar al municipio Othón P. Blanco.
Se debe reconocer que la violencia es parte de una descomposición social más profunda, alimentada por la desigualdad, la falta de oportunidades y, en algunos casos, la infiltración del crimen organizado en zonas donde antes no tenía presencia significativa. No actuar de inmediato sería una irresponsabilidad histórica, que le pasará factura a la Secretaría de Seguridad Ciudadana que se duerme en sus laureles.
Semana Santa 2025 nos deja una gran lección: el turismo puede ser nuestro mayor activo, pero también nuestro talón de Aquiles si las autoridades competentes no lo manejan con responsabilidad. No basta con celebrar ocupaciones hoteleras récord; es necesario garantizar que los beneficios del turismo se repartan de manera justa, que los servicios públicos funcionen, y que la seguridad vuelva a ser una garantía, no una esperanza.
Quintana Roo no puede vivir solo de su imagen. Necesita políticas públicas valientes, honestas y enfocadas en el largo plazo. De lo contrario, ese paraíso que vendemos al mundo terminará siendo un espejismo que, cuando se disipe, dejará a todos en el abandono. ¿Llegará pronto ese día?