Sistema de salud en agonía

En Quintana Roo, como en el resto del país, ser derechohabiente del IMSS o del Issste se ha convertido en una condena más que en un derecho.

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En Quintana Roo, como en el resto del país, ser derechohabiente del IMSS o del Issste se ha convertido en una condena más que en un derecho. Los trabajadores cumplen puntualmente con sus cuotas, deducidas religiosamente de su nómina, pero a cambio reciben un servicio indigno, lento, insensible y, en muchos casos, mortal. Porque sí, la negligencia en estas instituciones ha cobrado vidas.

En Chetumal, por ejemplo, los derechohabientes del IMSS fueron recibidos hace poco con una cerca metálica colocada en la entrada, como si fueran intrusos y no los verdaderos dueños del servicio.

Esa medida, lejos de resolver problemas, fue una bofetada a los pacientes que ya de por sí deben esperar horas para una consulta o incluso semanas o meses para una cita con un especialista que muchas veces no hay.

A esto se suma el drama de los pacientes con enfermedades graves que han denunciado la falta de medicamentos y la insensibilidad del personal.

En Cancún, el colapso de la atención hospitalaria es un secreto a voces: pasillos llenos, pacientes recostados en sillas o en el piso, y doctores que apenas alcanzan a cubrir el volumen de enfermos. En Playa del Carmen, el Issste se ha ganado la mala fama de ser una “sala de espera para la muerte”, donde familiares cuentan historias de cómo sus seres queridos no recibieron atención oportuna y fallecieron mientras eran ignorados por la burocracia institucional.

Lo más doloroso es que todo esto ocurre frente a la impotencia de quienes cumplen con sus aportaciones y no reciben nada a cambio. Se habla mucho de derechos laborales y de la seguridad social, pero en la práctica, los trabajadores quintanarroenses padecen un sistema roto. La atención médica, que debería ser una garantía constitucional, se convierte en una pesadilla que deshumaniza y condena a la gente a sufrir.

IMSS e Issste son instituciones enfermas, corroídas por la corrupción, la indiferencia y la falta de capacidad para responder a la demanda. Mientras los directivos federales y estatales se llenan la boca con discursos de cuarta transformación, miles de derechohabientes en Quintana Roo enfrentan la realidad: hospitales sin medicinas, con personal desbordado, con instalaciones indignas y con un trato insensible que raya en la crueldad.

¿Hasta cuándo se va a tolerar este desdén por la vida humana? ¿Hasta que más pacientes mueran esperando ser atendidos? La salud no es un lujo, es un derecho, pero en el IMSS y el Issste parece más bien una ruleta rusa.

El colapso del IMSS y del Issste no es producto del azar ni de un mal día, es consecuencia directa del abandono sistemático del Gobierno Federal. La administración actual prefiere hablar de cifras alegres y de un sistema de salud “como en Dinamarca”, mientras en Quintana Roo —y en todo México— miles de pacientes mueren esperando una consulta, una cirugía o un medicamento que nunca llega.

No se trata solo de malas prácticas administrativas, se trata de vidas humanas. Cada negligencia, cada receta vacía, cada paciente que fallece en una sala de espera, es responsabilidad de un Estado que ha dejado de priorizar la salud de sus ciudadanos.

El Gobierno Federal debe responder por la indolencia de estas instituciones que, lejos de cumplir su misión, hoy representan un monumento a la ineficiencia y a la insensibilidad. Y los derechohabientes de Quintana Roo tienen derecho a exigir cuentas. ¿Acabará algún día este cáncer en el sistema de salud?

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