‘Tengo sed’

“El hombre tiene necesidad de Dios como el agua del oxígeno”, A. Carrell (Premio Nobel).

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Un año más que terminamos la Cuaresma, y siempre en esta época del año, recuerdo una de las frases que Jesús dijo en la cruz, que más me ha impactado: “Tengo sed”. De niña nunca la entendí, sed, ¿de qué? Todas las frases de Jesús están llenas de amor y comprensión, de perdón y reflexión.

Jesús perdonó a quienes lo crucificaron, y tenía una sed que lo atormentaba, por su pérdida de sangre, era motivo de angustia. Estaba sin fuerzas.

Sin embargo; más que una sed física, tiene sed de almas, de personas de buen corazón que lo amen. Personas que estén dispuestas a ser mejores cada día, de levantarse frente a las caídas. De personas que estén dispuestas a seguirlo, sin importar la cruz.

Tiene sed de la verdad y justicia que no se vivió con su juicio injusto, tiene sed, para que todos los hombres hablen y defiendan siempre la verdad, a pesar de las consecuencias que pudiera acarrear.

Después de dos mil años, Jesús sigue diciendo hoy en día “Tengo sed” a pesar de no ser escuchado por un mundo materializado, por un mundo consumista, narcisista y hedonista, donde solo es importante el placer, un mundo donde se rechaza la religión y todo lo que tenga que ver con Dios. Este mundo vacío de Dios ha envuelto al ser humano en una gran espiral, llegando a un vacío existencial de su vida.

Los soldados llevaban vinagre con agua, llamado “posca”, para calmar la sed.  A lo mejor llevaban ellos también para los crucificados. Al decir Cristo que tenía sed, uno de los soldados corrió a darle “posca”, puede ser en una lanza con una esponja al extremo, trato de darle, para ayudarle a satisfacer su sed.

Sin embargo, los otros soldados que estaban allí, no lo permiten y le dicen: “Déjale, esperemos a ver si viene Elías a salvarle”.

Así como los soldados no quisieron ayudarlo en colmar su sed, hoy  nos enfrentamos a un mundo que ha expulsado a Dios de todas las instituciones,  de las escuelas, de la vida diaria, y el hombre se  ha llenado más de la ciencia, de la tecnología,  de las redes sociales, de los lineamientos de marcas, como es el tener más cosas materiales, el tener y el tener más de todo, llenándose de uno mismo, reinando por completo el egoísmo, el narcisismo, sin la más mínima preocupación de buscar el beneficio del bien común. Y a pesar de este comportamiento del ser humano, Jesús sigue diciendo “Tengo sed”.

Dios que es todo amor y misericordia, está desterrado de todos lados. En esa medida el hombre se ha vuelto más violento, más corrupto y la degeneración llega a toda la sociedad en el mundo globalizado, manifestándose en síntomas de muerte o de enfermedad y grave descomposición social.

En el olvido está la sabiduría cotidiana, que viene del amor que sólo Dios el Creador de todo, puede dar, cuando uno se acerca a Él, cuando el ser humano trata en la medida de sus posibilidades colmar esa sed que Jesús implora desde su cruz; sed que se puede satisfacer con actos fecundos, que trasciendan en el prójimo, en la propia familia.  Jesús tiene sed del amor de cada persona, para colmarla con su amor y misericordia. 

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