Astrónomos destapan el pasado oculto de una estrella desaparecida
El sistema que estudiaron, llamado GRO J1655-40, está compuesto actualmente por un agujero negro con unas siete veces la masa del Sol.
Cuando pensamos en arqueología, lo más común es imaginar exploraciones entre ruinas antiguas o selvas remotas al estilo de Indiana Jones. Pero los astrónomos han encontrado una manera de aplicar ese mismo espíritu de investigación al espacio profundo, a través de lo que llaman “arqueología de supernovas”.
Utilizando datos del Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA, un equipo de investigadores analizó los restos de una estrella que explotó hace más de un millón de años.
Lo que dejaron atrás no fueron templos ni artefactos, sino señales en forma de rayos X que permitieron reconstruir la historia de una de las explosiones más poderosas del universo: una supernova.
El sistema estelar que estudiaron, llamado GRO J1655-40, está compuesto actualmente por un agujero negro con unas siete veces la masa del Sol, y una estrella compañera de aproximadamente la mitad de esa masa. Sin embargo, este sistema no siempre fue así.
En su origen, consistía en dos estrellas brillantes. Una de ellas, la más masiva, agotó su combustible y colapsó violentamente en una supernova. Parte de los escombros de esta explosión impactaron sobre su estrella vecina, mientras el núcleo colapsado se convirtió en un agujero negro.
Con el tiempo, la distancia entre ambas estrellas se redujo, debido a la pérdida de energía del sistema, principalmente a través de la producción de ondas gravitacionales.
Eventualmente, el agujero negro comenzó a absorber materia de su compañera, atrayéndola con su intensa gravedad. Parte de ese material cayó directamente en el agujero negro, pero otra fracción formó un disco giratorio a su alrededor. Desde allí, algunos elementos fueron expulsados al espacio en forma de poderosos vientos, impulsados por fricción y campos magnéticos.
Estos vientos son clave para la “arqueología cósmica”.
En 2005, cuando el sistema brillaba intensamente en rayos X, Chandra logró detectar en esos vientos las huellas de elementos químicos específicos. Al analizar estos espectros —gráficos que muestran la intensidad de rayos X en distintas longitudes de onda— los astrónomos identificaron la presencia de 18 elementos distintos, cuyas proporciones ofrecían pistas sobre la estrella original.
Comparando estos datos con modelos de supernovas generador por computadora, los científicos concluyeron que la estrella que explotó tenía unas 25 veces la masa del Sol y contenía una cantidad notable de elementos pesados, más allá del helio.
Este trabajo reveló los detalles de una estrella que ya no existe y abre una nueva ventana al estudio del pasado estelar del universo. La arqueología de supernovas permite, a través de la luz y el polvo estelar, reconstruir historias que sucedieron hace millones de años, mucho antes de que existiera la humanidad.
Con información de la NASA