Keith Barr: De piloto comercial a pionero del espacio en la NASA
Actualmente Barr es ingeniero jefe y líder de pruebas de campo del Lidar de acoplamiento de la nave espacial Orion.
Keith Barr nació unos meses antes de que el Apolo 11 tocara la superficie lunar en 1969. Aunque era demasiado pequeño para comprender la magnitud de aquel acontecimiento, aquel “gran salto para la humanidad” sembró en él una fascinación duradera que lo guiaría durante toda su vida.
Hoy, esa pasión se materializa en un rol dentro del programa Artemis de la NASA, donde diseña tecnología destinada a llevar a los astronautas más lejos en el espacio de lo que jamás hemos llegado.
Barr es ingeniero jefe y líder de pruebas de campo del Lidar de acoplamiento de la nave espacial Orion, desde el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.
Su trabajo es esencial para la misión Artemis III, que no solo devolverá a los humanos a la Luna, sino que los hará aterrizar por primera vez en la historia cerca del Polo Sur lunar. Gracias a los lidars desarrollados bajo su supervisión —sensores láser capaces de medir distancias con gran precisión— la nave Orion podrá acoplarse de forma autónoma con el sistema de aterrizaje humano.
“Las misiones Mercury, Gemini y Apollo son algunos de los mayores logros técnicos de la humanidad. Ser parte del capítulo Artemis es un honor profundo”, afirmó Barr.
Una carrera entre cielos, vientos y estrellas
Con más de 25 años de trayectoria en Lockheed Martin, Barr ha sido pionero en el desarrollo y la prueba de sistemas lidar en entornos complejos, desde la aviación comercial y la energía eólica, hasta el ámbito militar. Sin embargo, fue en 2019 cuando comenzó una de sus contribuciones más trascendentales: una campaña de campo multifase para validar los lidars de acoplamiento de Orion en condiciones reales.
Las pruebas se realizaron en dos ubicaciones: el Centro de Simulación de Operaciones Espaciales en Littleton, Colorado, y una instalación histórica en Santa Cruz, California, utilizada en los años 60 para probar cohetes del programa Gemini.
Allí, Barr diseñó un sistema basado en drones con una precisión sin precedentes, utilizando tecnología reciclada de proyectos anteriores. Fue en ese lugar donde encontró una calcomanía de la era Gemini, un símbolo que lo conectó aún más con la historia espacial.
“Encontramos una calcomanía de la era Gemini en la puerta del búnker de pruebas—probablemente de la época del Gemini VIII, el primer acoplamiento espacial completado por Neil Armstrong y David Scott”.
“Eso me hizo sentir profundamente que simplemente somos parte de una historia en continuo desarrollo”.
Una de sus mayores satisfacciones fue crear un sistema capaz de registrar con altísima precisión las posiciones del lidar y del objetivo durante las pruebas.
“Una parte frecuentemente pasada por alto de cualquier campaña de campo es la medición y comprensión de la ‘verdad’”.
Su sistema marcó un antes y un después en las pruebas de acoplamiento al aire libre.
De los cielos comerciales al espacio profundo
Antes de especializarse en sistemas lidar, Barr acumuló más de 1.6 millones de millas voladas en aerolíneas comerciales —“estoy en mi cuarto viaje a la Luna y de regreso, solo que en clase económica”, bromea—.
También fue piloto y subdirector de operaciones en New England Airlines, volando aeronaves pequeñas en rutas regionales.
Su amor por el cielo lo llevó a colaborar con el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica en misiones de la NASA centradas en el estudio del agotamiento del ozono. Más tarde, trabajó en el desarrollo de WindTracer, un sistema lidar Doppler para monitoreo de vientos y turbulencia, una experiencia que sentó las bases para su transición al programa espacial.
“Aprendí que puedo adaptarme y que no debo tener miedo a lo desconocido. Eso mantiene mi carrera divertida y emocionante”.
Reconocimiento al legado espacial
En 2025, Keith Barr fue distinguido como Galardonado del Programa de Concienciación sobre los Vuelos Espaciales de la NASA, uno de los máximos honores otorgados por la agencia. l premio destaca su excepcional compromiso con la seguridad de los astronautas y el éxito de las misiones.
Mirando hacia el futuro, Barr tiene claro su propósito: inspirar a la Generación Artemis.
“Estamos escribiendo el próximo capítulo de la historia de la exploración espacial humana. Lo que hacemos hoy será estudiado y analizado mañana. Todos debemos considerar cómo nuestras acciones moldearán la historia”.
Con información de la NASA