Fábricas chinas que surten a Shein cierran por aranceles de Trump
Decenas de talleres de confección en el distrito de Panyu, han detenido sus operaciones debido a los aranceles a las importaciones chinas.
En el sur de China, una zona industrial conocida como la aldea Shein, lo único que ronda es el silencio.
Decenas de talleres de confección en el distrito de Panyu, en Guangzhou, han detenido sus operaciones en las últimas semanas debido a la decisión del presidente Donald Trump de imponer nuevos aranceles a las importaciones chinas y eliminar una exención conocida como ‘de minimis’.
Hasta ahora, esta exención permitía a plataformas como Shein y Temu vender productos a consumidores estadounidenses sin pagar impuestos, siempre que el valor del envío no superara los 800 dólares.
Esto fue esencial para mantener precios ultra competitivos en el mercado estadounidense, pero esa política dejará de aplicarse el próximo 2 de mayo, lo que implica que todos los envíos estarán sujetos a impuestos de importación, sin importar su valor.
“Los pedidos de Shein han bajado este año, y nuestras ventas han caído mucho”, explicó un trabajador de un taller con unos 20 empleados al medio japonés Nikkei.
En el interior de muchas fábricas, se acumulan pilas de ropa sin vender, mientras el bullicio habitual ha sido reemplazado por un inquietante silencio. Este cambio regulatorio afecta de lleno a empresas que dependían casi exclusivamente de pedidos internacionales.
Algunos proveedores están cerrando definitivamente, incapaces de adaptarse al nuevo escenario.
Frente a la presión de esta renovada guerra comercial, Shein ha comenzado a alentar a sus proveedores a trasladar operaciones a países vecinos, como Vietnam, en busca de un entorno más favorable. Sin embargo, esta alternativa no está al alcance de todos, especialmente de los pequeños fabricantes.
La crisis no se limita a Guangzhou. En Dongguan, otra ciudad clave para la manufactura, las fábricas que producen artículos de cuero para exportación ya venían experimentando una baja en la demanda, incluso antes del anuncio de los nuevos aranceles.
Aunque las exportaciones chinas a Estados Unidos repuntaron más de un 9% en marzo —gracias a que muchas empresas se apresuraron a enviar mercancías antes del 2 de mayo—, los analistas anticipan una fuerte caída en los próximos meses. Los nuevos aranceles podrían alcanzar un 145% para ciertas importaciones, lo que cambiaría drásticamente el panorama comercial.
Además, la presión interna sobre la economía china no cede. El crecimiento económico se mantuvo estancado en un 5,4% durante el primer trimestre del año, sin señales de mejora, y el sector inmobiliario continúa debilitado.
A esto se suman tendencias deflacionarias que podrían extenderse a otros mercados globales, mientras los fabricantes chinos buscan nuevos clientes fuera de Estados Unidos, intensificando la competencia y empujando potencialmente los precios a la baja en todo el mundo.
Con información de New York Post