Las cuevas en la cosmovisión de los pueblos oaxaqueños

Mitos y cavernas, columna de Carlos Evia Cervantes: Las cuevas en la cosmovisión de los pueblos oaxaqueños.

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Desde el periodo Preclásico hasta en la actualidad, las cuevas del área mesoamericana han sido lugares sagrados con múltiples significados.

Entre ellos: el vientre de la tierra, lugar de sacrificios y ofrendas para el dios de la lluvia, oráculo, lugar de nacimiento de los grupos étnicos y sepulcro de antepasados. Así lo escribió la doctora en sociología Alicia M. Barabas

La tradición oral en torno a las cuevas en la Oaxaca contemporánea incluye las antiguas concepciones y agrega otras, como: lugar mítico de nacimiento y desaparición de los héroes culturales, entrada al inframundo, morada de los “dueños del cerro”, el mundo de los muertos, lugar de curaciones, rituales agrarios y augurios sobre el clima anual.

Ciertas cavernas emblemáticas muestran evidencias del uso continuo desde la época prehispánica hasta el presente. Por ejemplo, los hallazgos de ofrendas recientes, junto con restos arqueológicos en las cuevas del cerro Cheve de los cuicatecos o la cueva del Diablo de los zapotecos del Valle, cerca de Mitla.

En esas comunidades zapotecas existe la creencia de que las grutas son portales que conducen al interior de las montañas, concebidas como reservorios de agua y diversos recursos naturales, bienes a los que en la actualidad se agregan riquezas elaboradas, como oro, joyas, dinero y artefactos.

Desde las cavernas se accede al camino que los muertos deben recorrer hasta llegar a la morada final, concebida como una comunidad o una ciudad en todo similar a las de la superficie de la tierra. Esas cuevas emblemáticas se encuentran en los cerros de la Neblina, Rabón, Yucucasa, Tecolote, Zempoaltépetl y el
cerro de la Culebra.

Algunos pueblos, como los zapotecos del Valle y de la Sierra, los mixes y los chontales de Oaxaca, creen que el camino de las almas desemboca en Mitla para, desde allí, adentrarse en la morada de los muertos.

En ese sendero se marcan los lugares precisos que deben visitarse antes de llegar al destino, que muchas veces forman parte de la geografía sagrada, como se narra en San Pedro Quiatoni: “desde nuestros antepasados se dice que todas las personas, cuando mueren, tienen que recorrer un largo y arduo viaje para llegar al lugar de los muertos”.

En el territorio cuicateco, zona norte de Oaxaca, las cavidades más importantes son las conocidas como cuevas Cheve, porque una de las manifestaciones del “dueño del cerro” y de los animales se identifica con el diablo, también llamado catrín.

La cueva Cheve que se encuentra entre Santa María Pápalo y Concepción Pápalo, ha tenido un uso ritual durante 1,500 años, como lo muestran los restos arqueológicos y osteológicos en galerías profundas.

Se piensa que es la morada de Sa’an Cheve, el “dueño maligno”, diferenciado de Sa’an Davi, el “dueño del rayo”, que es bondadoso, concluye la doctora Barabas.

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