La cisterna Yerebatan Sarayi, de Estambul
Mitos y cavernas, columna de Carlos Evia Cervantes: La cisterna Yerebatan Sarayi, de Estambul.
Los subterráneos artificiales han tenido diversos propósitos en los distintos lugares del mundo y a lo largo de la historia. Fernanda de la Torre Verea presenta un caso, común en el Oriente Medio: La cisterna Yerebatan Sarayi, de Estambul Este depósito de agua se encuentra en la ciudad que hoy llamamos Estambul, pero que en otras épocas se ha llamado Bizancio, Nueva Roma y Constantinopla. Por la importancia de la urbe y los enemigos del imperio, era lógico pensar que la ciudad podría ser sitiada y cortado el suministro de agua.
El emperador Constantino, previsor, decidió construir el depósito para abastecer de agua en caso de sitio. Años más tarde, en el siglo VI, el emperador Justiniano decidió agrandarlo por la misma razón.
Posteriormente se le hicieron más modificaciones hasta tener el aspecto actual. Hubo dos particularmente importantes efectuadas durante el Imperio Otomano y la más reciente, que se llevó a cabo a finales del siglo XX.
El nombre Yerebatan Sarayi, significa palacio sumergido, pero otros le llaman Yerebatan Sarnici, que significa cisterna sumergida y algunos más la conocen como la Cisterna de la Basílica, ya que, según dicen, fue construida en el predio donde hubo una basílica.
La cisterna es un lugar de belleza singular; en su interior existen 336 hermosas columnas de mármol dispuestas en 12 filas, con 28 columnas cada una, a una distancia de casi 5 metros. Cada columna tiene 9 metros de altura y en su mayoría de estilo jónico y corintio, aunque también hay algunas dóricas y otras tienen inscripciones especiales.
Yerebatan Sarayi puede albergar 80,000 metros cúbicos de agua y para tener una idea cabal de sus dimensiones, tiene el volumen de una catedral promedio aunque subterránea.
La cisterna es llenada con el agua que proviene de los bosques de Belgrado, a unos 20 kilómetros de Estambul. Para impedir que el valioso líquido escape, sus muros tienen un grosor de casi 5 metros y están cubiertos de una capa impermeable al igual que el suelo.
En una de sus columnas fue tallado un ojo de protección, que consiste en unos círculos concéntricos que, desde hace milenios se usa para evitar el mal de ojo. Otras dos columnas tienen en sus bases las figuras dos medusas talladas. Muchos visitantes sienten un profundo temor a estas esculturas.
El objetivo de esta cisterna, como la de cualquier otra, fue almacenar el agua para la seguridad de los habitantes de la ciudad. Sin embargo, a finales del siglo XX decidieron que, debido a su historia y belleza, fuese un monumento histórico abierto al público, concluye Fernanda de la Torre.
Yerebatan Sarayi, es una muestra más del ingenio humano para aprovechar el espacio subterráneo y con ello cubrir las necesidades de la subsistencia, en este caso el agua, especialmente en tiempos de guerra.