¿Es posible transformar la educación?

Educación y sociedad, columna de Cesia Rodríguez Medina: ¿Es posible transformar la educación?

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Cada vez es más común escuchar sobre las diferentes formas de transformar la educación. Quienes trabajamos en este ámbito sabemos bien que existen muchísimas propuestas para lograrlo. Incluso, aunque no siempre lo tengamos presente, algo que impulsa nuestro trabajo diario es precisamente ese objetivo: alcanzar el cambio y la transformación que tanto anhelamos.

Sin embargo, a veces, cuando repetimos esta idea, pensamos que se vuelve una utopía, algo que se nos escapa de las manos. Pero, a pesar de este panorama que a veces parece desalentador y de los discursos que insisten en que es imposible, sigo creyendo que hay acciones reales y compartidas que pueden dar lugar a eso que llamamos “transformación”, como ya lo han planteado tantos pedagogos, filósofos y expertos en educación.

Por otro lado, hablar de transformar suena fácil, pero vale la pena preguntarse: ¿qué significa realmente transformar? y ¿por qué es tan necesario? Transformar es cambiar algo de forma, total o parcialmente. En educación, hablamos de término cuando nos referimos a dos grandes aspectos: por un lado, a cambiar el sistema o su estructura; por otro, al modelo educativo y a todo lo que se desprende de él (pedagogía, didáctica, prácticas de enseñanza, entre otros).

Ejemplos hay muchos, pero lo importante es detenernos un momento a cuestionar lo que hemos hecho hasta ahora. Como decía Karl Marx: “Los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo; de lo que se trata es de transformarlo.” Entonces, ¿por qué hoy seguimos insistiendo en esta palabra? ¿Qué falta por hacer?

Sin duda, hoy tenemos frente a nosotros una opción que no es completamente nueva, pero sí nos ofrece otra forma de actuar y de dirigir la educación, quizá como nunca antes se había planteado. Sabemos que información hay de sobra; ahora lo que se necesita es hacer. Eso es precisamente lo que propone la Nueva Escuela Mexicana: un modelo para repensar y actuar en consecuencia. Su base es ser humanista, comunitaria, crítica, integral, inclusiva, equitativa e intercultural.

Pero todas estas ideas solo cobran sentido si se aplican en la práctica. En otras palabras, se trata de hacer realidad lo que Antonio Gramsci planteaba con su filosofía de la praxis: una unidad entre teoría y acción que se cuestione, se reformule y se transforme de forma constante.

Es decir, transformar la educación exige coherencia, resistencia y compromiso cotidiano. No basta con teorizar, ni con actuar sin reflexión: se trata de conjugar ambos elementos para lograr, al fin, esa transformación que tanto anhelamos.

Para ello, debemos reconocer que solodesde la congruencia podemos incidir en esa necesidad de cambio. Se trata de asumir que, aunque la educación no puede resolverlo todo, sí puede contribuir a mucho. Y ese “algo” es, ni más ni menos, insistir en la construcción de un mundo más justo, solidario y humano, que tanto necesitamos en estos tiempos. [email protected]

Lo más leído

skeleton





skeleton