El cambio como una oportunidad
Educación y sociedad, columna de Cesia Rodríguez Medina: El cambio como una oportunidad
Por más que los docentes quisiéramos pensar que cada ciclo escolar es igual, lo cierto es que no es así. Cada inicio de clases trae consigo novedades de diversa índole: cambios pedagógicos, didácticos, administrativos o de la propia comunidad escolar. Ahora, próximos al arranque del ciclo 2025-2026 en las escuelas públicas a nivel nacional, surge una reflexión inevitable: el gran proyecto educativo que, generación tras generación, el magisterio ha procurado sostener, pese a contrariedades de todo tipo, desde modelos educativos cambiantes hasta reformas laborales que modifican nuestro ejercicio, hazañas que hemos aprendido. A pesar de estas circunstancias, sabemos que cada año aparecen nuevos desafíos, tenemos claro que la meta sigue siendo la misma: formar personas plenas, con preparación profesional y calidad humana.
La educación, por su propia naturaleza, nunca permanece inmóvil. Se mueve al ritmo de los cambios y de las necesidades sociales. Y decirlo no implica caer en un discurso vacío, ni mucho menos ajeno a la realidad de las escuelas y al magisterio. Al contrario, reconocer las limitaciones es también aceptar que los cambios, aun en condiciones adversas, son oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Los desafíos en la docencia son permanentes. Nadie podría definirla como un proceso concluido, acabado o estático. Más bien, se trata de un proceso dialéctico, siempre en tensión, siempre en construcción. Quizá ahí radique la pasión de enseñar: en esa certeza de que cada momento abre un espacio para crecer, tanto en lo personal como en lo social.
Eso sí, quien decide dedicarse a la docencia debe tenerlo claro: no hay marcha atrás. En el mundo educativo siempre se avanza, incluso cuando el camino es cuesta arriba. Al menos desde este lado, nadie se rinde.
La historia del pedagogo Paulo Freire lo ejemplifica bien. Tras más de quince años de exilio, regresó a São Paulo para asumir el cargo de Secretario Municipal de Educación. Uno podría pensar que, con su prestigio como filósofo y pedagogo, y con tantos años de experiencia, el camino le resultaría más fácil. No fue así. Freire descubrió que la práctica educativa exige un compromiso permanente, incluso frente a los límites de cualquier sistema. Como él mismo expresó: “Este es el compromiso con un futuro que se construye en un presente que se transforma. Aprendí en el camino que es condición fundamental para continuar caminando estar siempre abierto al aprendizaje. Es de esta manera, curioso y abierto a lo nuevo, como vengo aprendiendo más de lo que esperaba” (2018).
Al final, esa es la lección más vigente para nuestro tiempo: nadie se rinde en la educación, porque enseñar y aprender siempre significan volver a empezar.