Francisco, brújula moral
La albarrada del tolok, columna de Héctor López Ceballos: Francisco, brújula moral.
Del Papa Francisco pueden decirse muchas cosas. Puede decirse, por ejemplo, que fue uno de los pocos líderes políticos que volteó hacia las periferias sociales; ahí donde hombres y mujeres de Estado promedio no voltean a ver más que cuando se acercan las elecciones. Francisco, ajeno al voto y a la popularidad, comprendió la necesidad de que la Iglesia saliera ahí a donde normalmente nadie llega. Francisco le habló a los excluidos, a los marginados, a los olvidados. Y estas categorías no necesariamente tienen que ver con estratos sociales o nivel socioeconómico, sino al lugar que muchos individuos ocupan en la dinámica social y la percepción que generalmente se tiene de ellos, con prejuicios y discriminaciones incluidas.
Francisco les habló a las personas homosexuales al decirles que, si Dios los ama como hijos suyos que son, ¿quién era él o la Iglesia para condenarlos? Pero también le habló a madres, padres y familiares pidiéndoles seguir este ejemplo de recibimiento y amor.
Francisco les habló a las mujeres que han decidido interrumpir su embarazo diciéndoles que la Iglesia no las abandona, y simultáneamente interpelando a la sociedad para que, antes de juzgar, sea capaz de entender las causas detrás de una decisión difícil, y tampoco las abandone.
Francisco pasó todo su pontificado predicando el perdón en un mundo cada vez más consumido por la violencia, el resentimiento y la desesperanza.
Y todas estas cuestiones pueden mirarse desde una perspectiva religiosa -como en lo que atañe a su postura respecto a las personas divorciadas-, pero para el que quiere ver más allá (o incluso aquél alejado de la religiosidad) es evidente que todas estas son, además, posturas políticas expresadas por la institución más antigua y grande del planeta, y que tienen un impacto en -verdaderamente- miles de millones de seres humanos en el planeta.
Y es quizás esto lo que más caracterizó el papado de Francisco; el primer Papa latinoamericano de la historia logró que hasta los más acérrimos (valga la reiteración gramatical) rivales de la Iglesia Católica voltearan a verlo y escucharan con detenimiento sus palabras, y analizaran sus textos. Fue capaz de conciliar y de encontrar en el camino a católicos, espiritistas, ateos y agnósticos, pues en sus palabras había esperanza, caridad, y muchos valores ausentes en el día a día de nuestras sociedades.
Irónicamente fue esto lo que más críticas le causó dentro de la propia Iglesia o entre los sectores políticos conservadores de distintas naciones.
A muchos les gusta que el Papa se dedique exclusivamente a la religión, olvidando que tanto la religión como el propio Evangelio son, en muchos aspectos, política.
Tras doce años de papado y desde una perspectiva amplia, al Papa Francisco le faltó quizás algo de impulso, firmeza y decisión en varias posturas intra y extra religiosas. También es cierto que no es a fuerza cumplir con los deseos de todo el mundo y hacer de la Institución un buffet para almorzar. Pero es innegable que, durante su pontificado, la Iglesia mostró una cara mucho más cercana al Evangelio que predica, y cumplió su función de brújula moral en tiempos que verdaderamente lo necesitan.