¡Sí, pero es león!

Bufete jurídico, columna de José Luis Ripoll: ¡Sí, pero es león!

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Alguien me planteaba: “Para que tus escritos los lean más personas debes de abordar temas del día a día. Del ciudadano de a pie. No filosofía. Esta no le interesa a nadie.” Aceptar lo anterior sería ir contra lo que siempre hemos sostenido. La filosofía no es pedantería sino la posibilidad de emanciparte de las cosas comunes, del día a día.

Hacer un alto en nuestro andar para reflexionar, es decir, si las cosas que hacemos las podríamos realizar de otra manera. Nuestro propósito no es cuestión de cantidad, sino calidad de lectores. Con que nos lean unos cuantos nos damos por satisfechos.

El pensamiento moderno se caracterizó por el uso de la razón como común denominador. “La diosa razón” se constituyó en lema de esta forma de percibir la realidad. La ilustración del siglo XVIII fue su momento cumbre. La revolución francesa de 1789 consagró como columna vertebral al hombre y sus libertades.

Luis XIV y su L› etat c›est moi´. Entendía el poder absoluto. Florece el pensamiento después de años de oscurantismo en la edad media.

No fue el hombre como sentenció Protágoras de Abdera: “… la medida de todas las cosas, las que son en cuanto son y las que no son, en cuanto no son”, sino se constituyó como el centro de todas las cosas. El Estado dejó de ser el eje central que regía la vida.

Kant y, luego Nietzsche, anuncian cambios en la percepción de la realidad. El diálogo fue avasallado por el relato. Ahora, cada uno entiende la realidad. Ya no hay verdad con mayúscula. Hoy, la sociedad no dialoga, impone voluntades ajenas sin preguntar, sin cuestionar. Cada loco con su tema. Lo sostuvo Gardel en Cambalache: “Cualquiera es un ladrón, cualquiera es un señor…”.

En el arte, Picasso y el divino Dalí. Constituían formas que la razón no entiende. Los sentimientos juegan rol protagónico. Es moda apelar a ellos.

Dos elementos constantes en la posmodernidad. Lo relativo y lo subjetivo. Ahora nada es verdad ni nada es mentira, todo dependerá de la hermeneútica.

Se cumple al pie de la letra, el revelador aforismo nietzscheano: “No hay hechos solo interpretaciones, el mundo es un constante interpretable, el mundo se ha convertido en fábula.” El lema de la posmodernidad: “Vive y deja vivir.”

Cada uno de nosotros somos animales en la gran selva humana. La ley del más fuerte parece imperar. El lugar y la época determinan la verdad. Lo relativo se impone. Como Foucault: “El sujeto está sujeto”. “Es parte de tu vida,” o “Totalmente palacio.”

Las redes sociales son el termómetro del éxito. La cantidad otorga dividendos. Esopo relata: “Una leona, que sufría los reproches de una zorra porque no echaba al mundo más que una solo cría, dijo: “Sí, pero es león”. Lo bueno no está en el número sino en la virtud.

Lo más leído

skeleton





skeleton