Guerra

"El amor lo olvida todo, lo perdona todo, lo da todo sin reservarse nada", San Pío de Pieltrecina.

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Hemos estado escuchando en todos los noticieros y redes sociales sobre la guerra de Israel Vs. Irán. Además, continúa la guerra en Ucrania, hubo levantamientos en Los Ángeles California, violencia en diversos países.

Las guerras están repletas de violencia humana, lamentablemente el mundo pende sobre esta guerra en medio oriente principalmente, por la amenaza de bombas atómicas, o superpoderosas que pueden destruir gran parte del mundo.

Analizando la violencia humana; crea injusticias, hay maldad, hay mentiras, hay egoísmo, hay muertes de civiles inocentes, hay dolor, mucho dolor y se van creando odios y resentimientos. Se deciden en oficinas, o en búnkers, y las muertes las ponen los civiles, familias, niños, en muchas ocasiones, los que realmente buscan la paz.

Una civilización, un pueblo, una nación, se embrutece, cuando los procesos de la vida dejan de organizarse culturalmente y se llenan de violencia, nos dice Ricardo Yepes. La fuerza bruta de la vida aparece sin revestimiento cultural que la humanice, creando una violencia con maldad.

Lo específico de la violencia humana es la maldad; en esta forma de violencia hay miedo, hay crueldad, hay odio. La maldad tiene siempre un cierto carácter ilegítimo porque se atropella al ser humano, que la sufre.

Estamos formando seres humanos, donde ya no importa nada, donde el mal que se hace al otro, no importa, solo importa lo que yo pienso, lo útil, mis emociones, mis sentimientos.

En la violencia humana hay una mayor amplitud, porque existe la libertad, y la inclusión del mal. Añaden el mal a lo puramente físico y natural. Y este mal provoca rencor, odio. Conforme pasa la vida, la violencia humana ha ido creciendo, habiendo violencias nuevas, más crueles, más despiadadas que en épocas anteriores.

La continua presencia de la violencia humana termina siendo inexplicable, en un mundo donde nos jactamos de una alta educación, de vivir en libertad, tolerancia y grandes desarrollos.

Para dar este salto es necesario educar en el asombro; asombro de cada ser humano, asombro de la vida humana, descubrir que el ser humano es reverente, merecedor de todos los respetos, educar en la ternura, educar en el amor. Educar para aspirar a lo más bello, lo más bueno, lo más verdadero.

 De cada uno depende dar ese salto cualitativo, al educar en el asombro, podemos apreciar la dignidad de cada persona, que es el resplandor de la vida, de cada existencia.  La necesidad de resurgir la grandeza en cada persona, para llegar a convertirnos en morada de Dios; llevándonos a la plenitud de la existencia.

Desconozco el desenlace de esta guerra, lo que si se, es la necesidad de rezar a Dios, para pedir por la paz en el mundo entero.

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